lunes, 29 de febrero de 2016

EL MISTERIO DE LAS MOMIAS "PELIROJAS" DE XINJIANG



EL MISTERIO DE LAS MOMIAS "PELIROJAS" DE XINJIANG

La región de Xinjiang guarda un tesoro en sus desiertos, un misterio de casi 4.000 años.
En septiembre de 1.985, por casualidad, como muchos de los hallazgos que han revolucionado la historia, se halló en el desierto de Takla Makan , la primera de una serie de momias claramente caucásicas.
Los cuerpos de Takla Makán, se conservaban en perfecto estado debido al nivel de salinidad del suelo, sus ropas, de lana teñida, no habían perdido el brillante colorido, llevaban botas, tenían artículos de piel y sacos con granos de diversas especies, parece que los saquitos con semillas fueron depositados para que los difuntos pudieran continuar siendo agricultores en el más allá. Sus rostros tenían los típicos rasgos caucásicos: nariz angulosa, ojos hundidos, cabellos claros, y piel blanca. La mayoría llevaba el pelo trenzado o recogido.

¿Cómo llegaron estas momias a China? La teoría más aceptada es que hace unos 4.000 años vivió en la cuenca de Tarín una civilización de aspecto caucasiano europeo que desapareció hace unos 1500 años, eran los Tocarios y sobre su origen y desaparición hay diversas hipótesis.
Los tocarios fueron los hablantes de un idioma indoeuropeo que habitaron más al este en la Antigüedad. Vivían en la cuenca del Tarim en lo que hoy es la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, en el oeste de la República Popular China. Su peculiar cultura se extendió desde el 1800 a. C. hasta finales del primer milenio de nuestra era. Su lengua se conoce como tocario y se conoce porque hay textos escritos. Los hindúes los llamaban kushan, y las antiguas fuentes chinas, yue-che o yuezhí.

Los chinos han conservado en relación al pueblo tocario valiosos testimonios en sus escritos antiguos pero como el primer historiador chino es Sima Qian (145 a-C.) no se pueden encontrar fuentes escritas contemporáneas.
Cherchen (Qiemo, en chino), es una localidad remota de Xinjiang en medio del desierto de Taklamakán, situada a unos 1500 kilómetros de Urumchi por carreteras rodeadas de un mar de arena. En septiembre de 1985, los arqueólogos se toparon con un hallazgo inesperado, la momia de un hombre de rasgos europeos perfectamente conservada.
El "Hombre de Cherchen" está acostado boca arriba, con la cabeza apoyada sobre una almohada y las piernas flexionadas. Sus rasgos físicos no son asiáticos. Alguien los definió como "célticos" (aunque es una definición no aceptada por los científicos) medía 1,80 de estatura, tenía los pómulos y la nariz angulosos, el pelo castaño pelirrojo.
Su ropa es de lana de oveja y está perfectamente conservada, de color burdeos con un delicado pespunte rojo. Las piernas están enfundadas hasta las rodillas en unos largos calzones de lana de tres colores, rojo, amarillo y azul, lleva unas botas de piel de buey. En el dedo anular de la mano izquierda lleva atado un fragmento de fusta de piel para azuzar al ganado. Está peinado con dos largas trenzas. Las manos reposan sobre su abdomen y tiene la cara tatuada con espirales de ocre amarillo.
Junto al hombre de Cherchen se encontraron las momias de tres mujeres y la de un bebé. El bebé tenía como ajuar funerario el biberón más antiguo que se ha encontrado, está hecho con piel de oveja.
Una de las mujeres, de unos 50 años de edad, conserva completa su cabellera gris con dos trenzas atadas con lazos de color naranja. El niño, vestido con la misma lana burdeos que el hombre, lleva un gorrito azul también de lana. En los ojos le pusieron dos pequeñas piedras del mismo color -quizá lapislázuli- y su cuerpo está firmemente amortajado por dos cuerdas entrelazadas de color azul y rojo que le dan cinco vueltas.
Para situarnos en el tiempo, cuando estas personas vivían, las pirámides de Egipto ya eran unas ancianitas de unos 500 años, pero alguno de los grandes faraones no habían hecho su aparición. Las civilizaciones Griega y Romana ni siquiera se encontraban en su fase más remota y Ozzi, el hombre del hielo de los Alpes, tardaría mil años en nacer.
A diferencia de las momias de Egipto, las de Xinjiang no sufrieron ninguna preparación ni manipulación humana. Su conservación a lo largo de 4000 años ha sido obra de la naturaleza.
La región, extremadamente seca y árida, está rodeada de montañas (las cordilleras de Altun, Karakorum y Kunlun al sur, el Pamir al oeste, y el Tian Shan al norte), que impiden la llegada de la humedad del Índico y del Atlántico. Xinjiang es la región del planeta más alejada del mar. Con precipitaciones de 16 a 30 milímetros anuales, es una de las zonas más secas del mundo.
Además como el suelo del desierto tiene una concentración de sal elevadísima y con la ventilación que tenían los enterramientos, con féretros de madera que no estaban cerrados herméticamente de ramas y troncos en la parte superior, se complica el trabajo de las bacterias y microbios responsables de la descomposición de los cadáveres, y así, lentamente, se produjo un proceso natural de momificación que ha permitido una preservación casi perfecta de los cuerpos y también de los ajuares funerarios.
La "Bella de Loulan"
Si el hombre de Cherchen puede tener unos 4.000 años, la "Bella de Loulan", una mujer de rasgos europeos que medía 1,55, ha sido datada alrededor del 2000 antes de Cristo.
Lleva el pelo adornado con una pluma de pájaro, y al analizar el cuerpo encontraron que tenía liendres y piojos. Sus pulmones habían inhalado mucho humo y filtrado polvo de arena, prueba de que las tempestades de arena, tan comunes en el desierto, ya eran frecuentes. Sus órganos internos, su piel tatuada, su ADN, sus zapatos con señales de haber sido remendados en múltiples ocasiones, han sido analizados en media docena de institutos científicos de Shanghai.
En la zona se han encontrado muchas más momias, algunas caucásicas, otras de rasgos orientales, pero la difusión de los hallazgos y la investigación sobre la cultura tocaria se ha enfrentado a numerosos obstáculos por parte del gobierno Chino.
Los uigures afirman que las momias corresponden a sus antepasados, pero la realidad es que los uigures llegaron a Xinjiang en el siglo VII de nuestra era, tras la caída del reino Uigur de Orkin, en la actual Mongolia y que las pruebas de ADN no denotan ningún "vinculo directo" con ellos, dice el profesor Víctor Mair, de la Universidad de Pensylvannia. Pero tampoco con los chinos.
Mair afirma que entre el 2000 y el 1000 antes de Cristo los "únicos" habitantes de ésta región eran gente de rasgos europeos y que los pueblos de Asia Oriental empezaron a llegar hace unos 3000 años. Algunos especialistas occidentales militan en la causa de la "europeicidad original" de la región, ignorando el hecho de que algunas momias presentan caracteres asiáticos, lo único que es seguro es que la investigación acaba de empezar, y que el concepto "Europa" es absolutamente irrelevante cuando hablamos de 4000 años de antigüedad.
A esas condiciones se suma la gran concentración de sal en el suelo, así como la ventilación que tenían los enterramientos, con féretros de madera que no estaban cerrados herméticamente y sobre los que se depositaban ramas, lo que facilitaba la ventilación. Todo eso complicaba el trabajo de las bacterias y microbios responsables de la descomposición de los cadáveres.
¿Cómo podía vivir, e incluso practicar la agricultura y la ganadería, toda esa gente en un medio hoy completamente inhabitable y carente de vegetación?. La respuesta a esta pregunta está en el agua. Hasta hace solo mil años, los glaciares del Kunlun y de las otras cordilleras que alimentan los ríos que fluyen hacia el Desierto de Taklamakán, fundían una cantidad de agua mucho mayor que en la actualidad. Los ríos de los que dependía la vida en decenas de asentamientos humanos en medio del desierto, se secaron o perdieron vigor, y el desierto avanzó unos 100 kilómetros, cubriendo de arena ciudades y templos. La sequedad preservó restos de asentamientos -y hasta de árboles frutales- que habían sido florecientes hasta el siglo VIII y filtrado todo tipo de influencias, persas, chinas, indias, y helenísticas a lo largo de la ruta de la seda.
“Aunque era árido, el medio ambiente era mucho más favorable, había más cursos de agua, más árboles y se podía sostener cierta agricultura y ganadería en lugares hoy absolutamente desérticos e inhabitables”, dice el arqueólogo Wang Binghua. “Aunque las condiciones de vida eran duras, eran mucho mejores que las actuales”, dice.
Para éste gran especialista chino, que ha dedicado su vida a ellas, las momias demuestran que, “gente de diversas razas convivió en esta región desde épocas históricas muy remotas”, lo que quizá es la lectura más actual del fenómeno, teniendo en cuenta las tensiones latentes entre chinos y uigures que perviven aquí, pese al dinámico desarrollo que la región conoce.
La región de Xinjiang guarda un tesoro en sus desiertos, un misterio de casi 4.000 años.
En septiembre de 1.985, por casualidad, como muchos de los hallazgos que han revolucionado la historia, se halló en el desierto de Takla Makan , la primera de una serie de momias claramente caucásicas.
Los cuerpos de Takla Makán, se conservaban en perfecto estado debido al nivel de salinidad del suelo, sus ropas, de lana teñida, no habían perdido el brillante colorido, llevaban botas, tenían artículos de piel y sacos con granos de diversas especies, parece que los saquitos con semillas fueron depositados para que los difuntos pudieran continuar siendo agricultores en el más allá. Sus rostros tenían los típicos rasgos caucásicos: nariz angulosa, ojos hundidos, cabellos claros, y piel blanca. La mayoría llevaba el pelo trenzado o recogido.
¿Cómo llegaron estas momias a China? La teoría más aceptada es que hace unos 4.000 años vivió en la cuenca de Tarín una civilización de aspecto caucasiano europeo que desapareció hace unos 1500 años, eran los Tocarios y sobre su origen y desaparición hay diversas hipótesis.
Los tocarios fueron los hablantes de un idioma indoeuropeo que habitaron más al este en la Antigüedad. Vivían en la cuenca del Tarim en lo que hoy es la Región Autónoma Uigur de Xinjiang, en el oeste de la República Popular China. Su peculiar cultura se extendió desde el 1800 a. C. hasta finales del primer milenio de nuestra era. Su lengua se conoce como tocario y se conoce porque hay textos escritos. Los hindúes los llamaban kushan, y las antiguas fuentes chinas, yue-che o yuezhí.
Los chinos han conservado en relación al pueblo tocario valiosos testimonios en sus escritos antiguos pero como el primer historiador chino es Sima Qian (145 a-C.) no se pueden encontrar fuentes escritas contemporáneas.
Cherchen (Qiemo, en chino), es una localidad remota de Xinjiang en medio del desierto de Taklamakán, situada a unos 1500 kilómetros de Urumchi por carreteras rodeadas de un mar de arena. En septiembre de 1985, los arqueólogos se toparon con un hallazgo inesperado, la momia de un hombre de rasgos europeos perfectamente conservada.
El "Hombre de Cherchen" está acostado boca arriba, con la cabeza apoyada sobre una almohada y las piernas flexionadas. Sus rasgos físicos no son asiáticos. Alguien los definió como "célticos" (aunque es una definición no aceptada por los científicos) medía 1,80 de estatura, tenía los pómulos y la nariz angulosos, el pelo castaño pelirrojo.
Su ropa es de lana de oveja y está perfectamente conservada, de color burdeos con un delicado pespunte rojo. Las piernas están enfundadas hasta las rodillas en unos largos calzones de lana de tres colores, rojo, amarillo y azul, lleva unas botas de piel de buey. En el dedo anular de la mano izquierda lleva atado un fragmento de fusta de piel para azuzar al ganado. Está peinado con dos largas trenzas. Las manos reposan sobre su abdomen y tiene la cara tatuada con espirales de ocre amarillo.
Junto al hombre de Cherchen se encontraron las momias de tres mujeres y la de un bebé. El bebé tenía como ajuar funerario el biberón más antiguo que se ha encontrado, está hecho con piel de oveja.
Una de las mujeres, de unos 50 años de edad, conserva completa su cabellera gris con dos trenzas atadas con lazos de color naranja. El niño, vestido con la misma lana burdeos que el hombre, lleva un gorrito azul también de lana. En los ojos le pusieron dos pequeñas piedras del mismo color -quizá lapislázuli- y su cuerpo está firmemente amortajado por dos cuerdas entrelazadas de color azul y rojo que le dan cinco vueltas.
Para situarnos en el tiempo, cuando estas personas vivían, las pirámides de Egipto ya eran unas ancianitas de unos 500 años, pero alguno de los grandes faraones no habían hecho su aparición. Las civilizaciones Griega y Romana ni siquiera se encontraban en su fase más remota y Ozzi, el hombre del hielo de los Alpes, tardaría mil años en nacer.
A diferencia de las momias de Egipto, las de Xinjiang no sufrieron ninguna preparación ni manipulación humana. Su conservación a lo largo de 4000 años ha sido obra de la naturaleza.
La región, extremadamente seca y árida, está rodeada de montañas (las cordilleras de Altun, Karakorum y Kunlun al sur, el Pamir al oeste, y el Tian Shan al norte), que impiden la llegada de la humedad del Índico y del Atlántico. Xinjiang es la región del planeta más alejada del mar. Con precipitaciones de 16 a 30 milímetros anuales, es una de las zonas más secas del mundo.
Además como el suelo del desierto tiene una concentración de sal elevadísima y con la ventilación que tenían los enterramientos, con féretros de madera que no estaban cerrados herméticamente de ramas y troncos en la parte superior, se complica el trabajo de las bacterias y microbios responsables de la descomposición de los cadáveres, y así, lentamente, se produjo un proceso natural de momificación que ha permitido una preservación casi perfecta de los cuerpos y también de los ajuares funerarios.
La "Bella de Loulan"
Si el hombre de Cherchen puede tener unos 4.000 años, la "Bella de Loulan", una mujer de rasgos europeos que medía 1,55, ha sido datada alrededor del 2000 antes de Cristo.
Lleva el pelo adornado con una pluma de pájaro, y al analizar el cuerpo encontraron que tenía liendres y piojos. Sus pulmones habían inhalado mucho humo y filtrado polvo de arena, prueba de que las tempestades de arena, tan comunes en el desierto, ya eran frecuentes. Sus órganos internos, su piel tatuada, su ADN, sus zapatos con señales de haber sido remendados en múltiples ocasiones, han sido analizados en media docena de institutos científicos de Shanghai.
En la zona se han encontrado muchas más momias, algunas caucásicas, otras de rasgos orientales, pero la difusión de los hallazgos y la investigación sobre la cultura tocaria se ha enfrentado a numerosos obstáculos por parte del gobierno Chino.
Los uigures afirman que las momias corresponden a sus antepasados, pero la realidad es que los uigures llegaron a Xinjiang en el siglo VII de nuestra era, tras la caída del reino Uigur de Orkin, en la actual Mongolia y que las pruebas de ADN no denotan ningún "vinculo directo" con ellos, dice el profesor Víctor Mair, de la Universidad de Pensylvannia. Pero tampoco con los chinos.
Mair afirma que entre el 2000 y el 1000 antes de Cristo los "únicos" habitantes de ésta región eran gente de rasgos europeos y que los pueblos de Asia Oriental empezaron a llegar hace unos 3000 años. Algunos especialistas occidentales militan en la causa de la "europeicidad original" de la región, ignorando el hecho de que algunas momias presentan caracteres asiáticos, lo único que es seguro es que la investigación acaba de empezar, y que el concepto "Europa" es absolutamente irrelevante cuando hablamos de 4000 años de antigüedad.
A esas condiciones se suma la gran concentración de sal en el suelo, así como la ventilación que tenían los enterramientos, con féretros de madera que no estaban cerrados herméticamente y sobre los que se depositaban ramas, lo que facilitaba la ventilación. Todo eso complicaba el trabajo de las bacterias y microbios responsables de la descomposición de los cadáveres.
¿Cómo podía vivir, e incluso practicar la agricultura y la ganadería, toda esa gente en un medio hoy completamente inhabitable y carente de vegetación?. La respuesta a esta pregunta está en el agua. Hasta hace solo mil años, los glaciares del Kunlun y de las otras cordilleras que alimentan los ríos que fluyen hacia el Desierto de Taklamakán, fundían una cantidad de agua mucho mayor que en la actualidad. Los ríos de los que dependía la vida en decenas de asentamientos humanos en medio del desierto, se secaron o perdieron vigor, y el desierto avanzó unos 100 kilómetros, cubriendo de arena ciudades y templos. La sequedad preservó restos de asentamientos -y hasta de árboles frutales- que habían sido florecientes hasta el siglo VIII y filtrado todo tipo de influencias, persas, chinas, indias, y helenísticas a lo largo de la ruta de la seda.
“Aunque era árido, el medio ambiente era mucho más favorable, había más cursos de agua, más árboles y se podía sostener cierta agricultura y ganadería en lugares hoy absolutamente desérticos e inhabitables”, dice el arqueólogo Wang Binghua. “Aunque las condiciones de vida eran duras, eran mucho mejores que las actuales”, dice.
Para éste gran especialista chino, que ha dedicado su vida a ellas, las momias demuestran que, “gente de diversas razas convivió en esta región desde épocas históricas muy remotas”, lo que quizá es la lectura más actual del fenómeno, teniendo en cuenta las tensiones latentes entre chinos y uigures que perviven aquí, pese al dinámico desarrollo que la región conoce.

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